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Ser joven hoy en día, ¿un factor de exclusión más?

Evolución de la cohesión social y consecuencias de la COVID-19 en España
Evolución de la cohesión social y consecuencias de la COVID-19 en España

El reciente informe Evolución de la cohesión social y consecuencias de la COVID-19 en España, publicado el pasado mes de enero por la Fundación FOESSA y Cáritas, realiza la primera radiografía social completa de la crisis provocada por la pandemia. La principal conclusión del informe es que el shock sin precedentes que ha tenido la crisis sanitaria en la sociedad y la economía españolas ha derivado en que la exclusión social se enquista en la estructura social de nuestro país.

Actualmente, hay 8,5 millones de personas en situación de exclusión social en España, el 18,4% de la población, lo que supone 1,2 millones más que en el año 2007 —antes de la explosión de la burbuja inmobiliaria—. La actual crisis social y económica ha impactado en la población de forma desigual, generando incluso una mayor desigualdad. La parte de la población que más está sufriendo la crisis son las mujeres, los y las jóvenes y las personas migrantes, además de otros colectivos vulnerables.

El informe pone sobre la mesa, entre otros, un llamativo y preocupante titular con relación a la situación de la juventud por el impacto de la pandemia: «Ser joven, un factor de exclusión en sí mismo». Según apunta el informe, el contexto de crisis sanitaria ha convertido el hecho de ser joven en un factor de exclusión más, ocasionando que en España haya «2,7 millones de jóvenes entre 16 y 34 años afectados por procesos de exclusión social intensa y multidimensional que les impide realizar proyectos de vida para transitar hacia la vida adulta». Antes de nada, conviene aclarar qué se entiende por exclusión social. FOESSA analiza esta cuestión a través del índice sintético de exclusión social (ISES), construido a partir de una batería de 35 indicadores agrupados en 8 dimensiones que permiten medir la participación en el empleo, en el consumo, en el acceso a derechos básicos como son la vivienda, la salud, la educación, participación política, y que miden también las situaciones de conflicto social y aislamiento social.  Así, el índice se basa en la identificación de situaciones fácticas y constatables empíricamente con la suficiente gravedad como para poner en cuestión la plena participación social de las personas afectadas. La acumulación de estas situaciones es la que permite medir hasta qué punto hay grupos de la sociedad en posiciones de exclusión del espacio social.

GRÁFICO 1. Jóvenes (16-35 años) en situación de exclusión y de exclusión severa (%) (2018-2021)

Jóvenes (16-35 años) en situación de exclusión y de exclusión severa (2018-2021) (%)
Fuente: Elaboración propia a partir de «Evolución de la cohesión social y consecuencias de la COVID-19 en España» (FOESSA, 2022)

Siguiendo con el informe, en el pasado año 2021 hubo 654.000 nuevas personas jóvenes de entre 16 y 34 años en situación de exclusión, la mayor parte de ellas en situación de exclusión severa. Esta cifra supone medio millón de jóvenes más en situación de exclusión social que en 2018, sumando un total de 1,4 millones de jóvenes en situación de exclusión intensa. Los datos resuenan incluso más a nivel comparativo con otros grupos generacionales, pues «la tasa de exclusión de la población menor de 30 años es aproximadamente tres veces superior a la de la población mayor de 65 años y la tasa de exclusión severa se llega a multiplicar por cinco entre ambos grupos etarios». Se advierte, por tanto, cómo la crisis actual ha tenido un impacto en los procesos de exclusión de la población desigual entre las distintas generaciones, poniendo de manifiesto la situación de especial vulnerabilidad de la juventud española y la existencia de una importante brecha intergeneracional. Cabe resaltar que el periodo de 12 años situado entre las dos crisis —la gran recesión de 2008 y la pandemia del COVID-19 de 2020—, aunque ha tenido innegables impactos en la sociedad en general, ha afectado particularmente a las personas jóvenes, en unos años de transiciones y decisiones vitales clave, a veces en periodos de formación, otras en periodos de incorporación al mercado laboral y en muchos casos en ambos momentos. Algunas personas jóvenes entran en la que se puede denominar como la generación de las doble crisis, quienes sufrieron la primera crisis con 18 años y la segunda con 30, momentos esenciales de sus vidas, marcados por periodos de formación, fases de transición a la vida adulta, búsqueda del primer empleo, procesos de emancipación o construcción de nuevos hogares y familias.

GRÁFICO 2. Tasa de incidencia de exclusión severa en población de España, por grupos de edad (2007-2021) (%)

Tasa de incidencia de exclusión severa en población de España, por grupos de edad (2007-2021) (%)
Fuente: Elaboración propia a partir de «Evolución de la cohesión social y consecuencias de la COVID-19 en España» (FOESSA, 2022)

Resulta preocupante que el grupo de población menor de 18 años es el que más ha crecido en cuanto a porcentaje de personas en situación de exclusión severa, aumentando 6,9 puntos porcentuales entre 2018 y 2021. Este mismo grupo también fue el que más aumentó su población en esta situación tras la crisis de 2008, aumentando en 4,2 puntos entre 2007 y 2009. En España, el 7,2% de las personas menores de edad en el año 2007 se encontraba en situación de exclusión severa, alcanzando el 22% en el año 2021, esto significa un incremento de la población menor de edad en exclusión intensa del 216,9% entre las dos crisis —aproximadamente 600.000 jóvenes en 2007 y 1,9 millones en 2021—. En menor medida, pero también con un importante aumento en la prevalencia de la exclusión, se encuentra la población joven de entre 18 y 29 años, que ha visto incrementada su población excluida en un 73,8% entre ambas crisis, lo que significa aproximadamente 480.000 jóvenes en el año 2007 y 830.000 en 2021.

Junto con la mayor vulnerabilidad que se aprecia entre las personas más jóvenes, también se observa que «el impacto de la pandemia ha reforzado la feminización de la exclusión social entre la población joven». En los últimos tres años la incidencia de la exclusión social ha aumentado más intensamente entre las mujeres jóvenes de 16 a 34 años que entre los hombres. Ellas experimentaron un aumento de 8,5 puntos porcentuales en la tasa de exclusión entre los años 2018 y 2021, mientras que ellos aumentaron en 4,2 puntos. Además, aunque en ambos casos la mayor parte de esta variación corresponde al incremento de las situaciones de exclusión severa, el cambio ha sido más pronunciado entre las mujeres. En el caso de ellas, durante el último trienio, la exclusión severa creció en 6,2 puntos, frente a un aumento de 3,9 puntos en el caso de ellos.

No debe perderse de vista que dentro del conjunto de la juventud se encuentran diferencias importantes, no sólo con relación al género o los diversos grupos etarios intrageneracionales, sino que también hay diferente incidencia de la exclusión en función del nivel de estudios, la etnia o el lugar de residencia, observándose, de forma general, una menor integración social entre las personas jóvenes con menos estudios, población gitana, de origen migrante y residente en barrios degradados o marginales. Por último, otra notable consecuencia de la pandemia es que los hogares sustentados por personas jóvenes experimentan mayores tasas de exclusión social. En España, la mayoría de jóvenes viven parcial o completamente dependientes, siendo uno de los países de la Unión Europea con las tasas de emancipación juvenil más bajas, con un contexto marcado por las dificultades para estabilizarse en el empleo y para acceder a una vivienda asequible.

Emancipación juvenil

Según datos de Eurostat, la edad media de emancipación en 2020 en España era de 29,8 años, mientras que la media de la UE se situaba en los 26,4 años. También, mientras que en torno a un 65,5% de la población española entre 18 y 35 años residía en 2020 con sus progenitores, en el caso de la media de la UE este porcentaje era del 48,2%. Concretamente, los datos relativos a la exclusión social de los hogares muestran que, en 2021, un 34,3% de los hogares sostenidos por población entre 16 y 24 años se encontraba en situación de exclusión, así como también sucede en 1 de cada 3 hogares (33,1%) sostenidos por población de 25 a 29 años. Esto significa que la tasa de exclusión en hogares jóvenes es ocho puntos porcentuales superior a la del resto de población entre 30 y 65 años, y más de 25 puntos en comparación a la población de más de 65 años. Y, si bien en todas las cohortes han caído los hogares en situación de integración plena en el último trienio, las situaciones de exclusión han impactado de forma más aguda en los hogares sustentados por personas de menos de 30 años. En conclusión, actualmente, las tasas de exclusión severa juvenil son mucho mayores a las de antes de la crisis sanitaria y a las de la gran recesión, con un impacto mucho mayor entre la población joven que en el resto de la población española. Este contexto sitúa a la población adolescente y juvenil en una encrucijada, exponiéndola ante los sinsabores y angustias de la incertidumbre y la precariedad, con una fuerte prevalencia de dificultades laborales y residenciales. En consecuencia, ser joven hoy se ha convertido, en gran media, en un factor de exclusión social en sí mismo, haciendo cada vez más grande la brecha generacional y tensando día a día la cuerda del pacto intergeneracional. Este escenario debe llevar a una profunda reflexión, haciendo necesario el debate, el análisis de la realidad actual y la puesta en marcha de medidas, abogando en todo momento por la comprensión y la empatía, teniendo en cuenta diferencias intrageneracionales así como el acercamiento entre generaciones.

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