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Entrevista a Violeta Assiego (2ª parte) : Políticas y derechos de la juventud LGTBIQA+

By 8 julio, 2021 No Comments
Violeta Assiego Cruz - entrevista análisis y debate Pilar Nicolás - Fuente: Público

Fotografía: Diario Público

Nos encontramos en un momento especialmente convulso en relación con las políticas y derechos para el colectivo LGTBIQA+. A propósito, o no, para hacerlo coincidir con las fechas de las celebraciones que conmemoran los disturbios de Stone Wall en Estados Unidos (datados el 28 de junio de 1969), estas dos semanas han contenido hitos transcendentales al respecto. Como los cambios en leyes que dan luz verde a la protección de los menores de edad y a las personas transexuales en nuestro país, u otras leyes que cruzan la línea roja hacia discriminación basada en la orientación sexual en Hungría. Completando la escalada de actuaciones, otras polémicas se han gestado también alrededor de la bandera arcoíris, y, como culmen, un suceso que ha consternado a España: la muerte de un chico de 24 años llamado Samuel Luíz a manos de unos agresores jóvenes al grito, supuestamente, de “¡maricón!”.

Por este motivo, en Análisis y Debate hemos querido consultar a Violeta Assiego Cruz, durante esta segunda parte de la entrevista, por toda esta efervescencia surgida en torno a los derechos humanos y la diversidad sexual, como siempre, poniendo el foco en la juventud y la adolescencia:

  • ¿Crees que se está produciendo una regresión en los avances sobre los derechos del colectivo LGTBIQA+?

   Los derechos del colectivo LGTBIQA+ cada día son más reconocidos como derechos humanos, y esto suscita reacciones de incomodidad por parte de ciertos contextos sociales e institucionales. En el momento en el que se visibiliza la necesidad de respeto y de reconocimiento, así como se evidencian derechos humanos, hay personas que se revuelven en contra y se parapetan en prejuicios y razonamientos poco válidos. Y entre esos grupos reaccionarios encontramos, quizá, los sectores más conservadores dentro del marco político, pero también movimientos o agentes sociales. Porque todo lo que significa cuestionar la distribución binaria de la sociedad hombre-mujer, heterosexual y cis-sexual es algo que no termina ni de entenderse ni de comprenderse.

Hace muy poquito tiempo, en los años 90, que se despatologizó la homosexualidad. Y, estamos luchando porque se materialice la despatologización a la transexualidad con la “Ley trans” [El informe del anteproyecto de ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos LGTBI, aprobado el 29 de junio por el Consejo de Ministros] y, en general, al colectivo LGTBIQA+. Con lo cual,  el que no se coloque la bandera arcoíris en un ayuntamiento y el que se califique la bandera arcoíris como un símbolo político es una desfiguración de la realidad. Quienes no están a favor de los derechos humanos siempre usan argumentos que no responden a la realidad, que son excusas desde sus planteamientos y se expresan con mucha convicción. De otro modo serían insostenibles, tendrían que ceder ante la posibilidad de que la diversidad sexual es muy frecuente y real en sus propios espacios: familias, lugares de trabajo, y centros educativos a los que asisten sus hijos y sobrinos a los que quieren aceptar.

  • Hace poco hemos notado la ausencia de la bandera “arcoíris” en algún ayuntamiento durante el Orgullo Gay a causa de la doctrina del Tribunal Supremo que, desde junio de 2020, dice que sólo se pueden colocar banderas oficiales en los edificios públicos. Otra situación que nos ha tenido en ascuas ha sido la decisión de la Unión de Federaciones Europeas de Fútbol (UEFA), que finalmente se decantó por no iluminar con el arcoíris del Allianz Arena el partido Alemania-Hungría, tras la normativa homófoba del Gobierno húngaro de Viktor Orbán. La ley “de protección a la infancia” húngara, que equipara la homosexualidad con la pedofilia ha sido condenada por la Unión Europea.  ¿Qué puede suponer a medio/largo plazo para jóvenes y adolescentes este tipo de decisiones de organismos institucionales y políticas nacionales e internacionales?

    La doctrina del Tribunal Supremo viene a conformar una postura conservadora dentro del marco de la justicia que aún no logra interpretar la ley desde la lógica de los derechos humanos yque sigue teniendo sesgos de un pasado que no termina de dejar atrás. 

Tenemos pues que potenciar la mirada analítica de la realidad y confiar en el pensamiento crítico de la juventud LGTBIQA+. Invirtiendo en pensamiento crítico, ellas y ellos mismos van a saber diferenciar y analizar qué ideologías responden a este tipo de acciones. Y, por tanto, desde ese enfoque habrá jóvenes y adolescentes a favor de ideologías más reaccionarias, que prefieran que vivamos nuestra vida pública y privada en nuestra casa, que no nos expresemos y que no se hable de diversidad sexual. Sin embargo, habrá chicos y chicas que comprenderán desde su propia experiencia de vida, y la de quienes les rodean, que la diversidad sexual no se puede borrar. Yo soy lesbiana tanto en mi casa como fuera de mi casa.

Igualmente, creo que a veces ponemos mucho el foco en referencias que no son representativas de toda la diversidad que existe en cuanto a la celebración del Orgullo Gay. Esa semana, en otros ayuntamientos potentes, sin ir más lejos el de Barcelona, se ha estado respondiendo con banderas y con compromiso institucional. Entonces, tanto dentro de las redes sociales como fuera tenemos que empezar a fijarnos en influencias positivas para evitar exceso de información tóxica que revierta en un estado de ánimo y un clima de muchísima desesperanza, desidia, y de que no es posible cambiar nada cuando no es real. Debería ser un sello de calidad democrática y un reconocimiento imprescindible dentro de nuestra sociedad incentivar y premiar aquello que está, de alguna manera, haciendo valer nuestros derechos.

LA NUEVA LEY DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA Y LA JUVENTUD

     Esta ley tiene una visión interseccional que tenemos que bajar a tierra a través de una estrategia de erradicación de las violencias frente a la infancia y la adolescencia. Y, desde esa posición, concretar cuáles son las formas de violencia, maltrato, que sufren niñas, niños y adolescentes. Así como identificar las motivaciones que en ocasiones llevan a que esta violencia se produzca. Son motivaciones machistas, “LGTBófobas”, racistas, xenófobas, clasistas…

Me parece básica, además, para influir en el cambio de paradigma, de cultura, sobre la violencia hacia la infancia y la adolescencia que quiere representar esta ley.

Para poder intervenir en una cultura muy arraigada dentro de la sociedad, sobre cómo podemos comportarnos frente a niñas, niños y adolescentes, hay que cambiar también las creencias erróneas, los prejuicios que están sosteniendo esa estructura adulto-céntrica que permite que todavía se ejerza violencia hacia la infancia y la adolescencia.

  •  A partir de esta ley, ¿cómo se puede ir modificando la cultura de los derechos de los, las, les adolescentes en general, y en particular para el colectivo LGTBIQA+ ?

   Es fundamental invertir en la cultura de buen trato y no perder de vista el sistema económico en el que nos desenvolvemos. Un modelo económico que no favorece ni tiene en cuenta las vidas, las necesidades, los tiempos y los cuidados que necesitan recibir las personas. Incluso necesitamos dar, cuidar, ya que, en esa forma de relacionarnos con la gente, encontramos salud y sentido a nuestra vida.

Desde esa casilla de salida, hay dos elementos esenciales. Por una parte, invertir en modelos de cuidados que potencien relaciones de calidad en nuestros senos familiares, en el vecindario y la comunidad.  Por otra parte, hay que superar, como decía, la mirada adulto-céntrica de la infancia y la adolescencia. Escucharlos y reconocerlos como sujetos de derecho y no como objetos sobre los que podemos tomar decisiones. Tratar de integrar sus voces, sus opiniones y sus formas de ver el mundo para hacer las cosas con lo que ellos nos dicen que tenemos que realizar. Al conocer mejor su perspectiva podríamos acompañarlos y construir una sociedad, no solo de personas adultas, sino junto con las niñas, los niños y adolescentes.

LLAMADA A LA ACCIÓN DE LOS AGENTES DE CAMBIO

  •  Este fin de semana unos chicos han asesinado a un chaval de 24 años a golpes en A Coruña con una presunta motivación homófoba. Es tan reciente el caso de los jóvenes que propinaron la paliza mortal a Samuel, que se está aún investigando. Cavilando acerca de ello, sobre cuál es el germen de este odio que quizá tenga su raíz en prejuicios y estereotipos sexuales, me lleva a preguntarte la siguiente cuestión:

Desde tu experiencia y tu profesión ¿combates esos prejuicios, estereotipos y el discurso de odio (especialmente en redes sociales) dirigido al colectivo LGTBIQA+? ¿Cómo lo haces?

    Lo primero de todo es intentar no reproducir estos prejuicios, estereotipos y discursos de odio. No reproducir ataques, reacciones que están basadas en la emoción o el enfado, y en esa parte más visceral que nos conecta cuando observamos situaciones injustas, o que entendemos que son injustas.

Luego, es importante considerar la lógica de los derechos humanos. Es decir, que nadie pueda ser objeto de discriminación por sus ideas, raza, religión, capacidades, clase y origen. Y hay que tener presente ciertas discriminaciones que son cometidas sistemáticamente contra colectivos que son oprimidos, explotados y que sufren violencia. Lo que no justifica que podamos ejercer violencia o atacar a otras personas porque nos disguste su ideología, o pensemos que es inoportuna o impertinente.

Es difícil querer hacer una transformación social y una transformación estructural si no se hace un análisis individual desde nuestra propia estructura personal. De cómo nos hemos construido, de nuestros propios sesgos y prejuicios, y cómo detectarlos, conocernos y rodearnos de gente que nos ayude a trabajarlo.

Por último, a través del conocimiento, que se adquiere en base a las relaciones que se van estableciendo con gente afín y con personas que son muy diferentes a una misma. Además, el conocimiento que se alcanza con la cultura y a través de espacios que no tienen porqué ser necesariamente los libros o el ámbito académico. Puesto que hay una cultura que se construye en los márgenes, en los barrios, en la base y que tiene muchísimo valor y potencia. Y creo que es indispensable para poder comprender el origen de muchas violencias de origen estructural y cultural.

  •  ¿Has reflexionado sobre qué otras estrategias se pueden emplear para combatir y generar contra narrativas en este terreno?

    Antes de formar parte de la Dirección General de Derechos de la Infancia y la Adolescencia estaba desarrollando más a fondo un trabajo para incorporar la lógica interseccional en todo aquello vinculado al análisis en las políticas públicas y la intervención educativa y social. En este sentido, la guía “Sinhogarismo y diversidad. Los 7 ejes fantásticos de una intervención interseccional” tiene que ver con la gestión de la diversidad como estrategia para combatir y generar otras narrativas precisamente, y detectar los prejuicios y sesgos propios para generar dinámicas de convivencia desde la inteligencia emocional.

Según mi punto de vista, la inteligencia emocional es necesaria en estos momentos. Hace un tiempo hubo un boom con el tema a través de Daniel Goleman, y yo creo que hay que retomarlo para abordar toda esta situación en la que nos embarcamos.

  • ¿Qué papel tiene la educación en todo ello?

La educación, en este terreno, tiene un papel insustituible pensándola desde la inteligencia emocional, y usando nuestra capacidad para hacer evolucionar el mundo con grandes avances como inventos, medicinas, vacunas. Y no empleando la educación desde ese paradigma en el que pensamos en los seres humanos únicamente como contenedores de emociones que podemos manipular.

Podemos avanzar mucho con una educación desde el pensamiento crítico y la diversidad en general, y la sexual en particular. Algo, que vendría a romper la inercia en la que nos quieren los sectores más conservadores. Estos sectores nos ofrecen repetir dogmas y patrones, replicar esquemas antiguos que ahora no responden ni a la realidad, ni a la Carta de Derechos Humanos, ni tampoco a la Convención de los Derechos del Niño.

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