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El odio sexista en el espacio virtual: la guerra contra las mujeres

By 16 marzo, 2021 No Comments

El sexismo siempre ha estado presente en nuestra sociedad pero en las últimas décadas está experimentando una visibilidad sin precedentes con el despliegue de nuevos ecosistemas comunicacionales en el entorno virtual. El patriarcado y sus intrínsecos modos de agresión se sirven de las tecnologías y aplicaciones de la sociedad de la información para depositar sus expresiones con más difusión y alcance que nunca (Flores y Browne Sartori, 2017) [1]. Partiendo de la investigación de SigmaDos: “Discursos de odio sexistas en redes sociales y entornos digitales”, cofinanciada por el Centro Reina Sofía de Adolescencia y Juventud de la Fad y el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, quiero reflexionar aquí sobre este tipo de interacciones. 

En los discursos de las personas jóvenes que han participado en la investigación parece existir una comprensión intuitiva y clara de lo que es el discurso de odio sexista y también una percepción de que la magnitud del fenómeno se está incrementando, especialmente a raíz de la emergencia de determinados movimientos que asocian a la derecha política. No obstante, al entrar a desgranar la definición del odio sexista no se tarda en encontrar elementos que pueden llegar a generar confusión y creo que es fundamental abordarlos. 

DEFINICIÓN Y TIPOS DE ODIO SEXISTA

El sexismo puede definirse como la suposición, creencia o reivindicación de que un sexo es superior a otro. Generalmente se expresa a través de los roles tradicionales de género naturalizando y racionalizando la idea de que los hombres son superiores a las mujeres (intelectual, moral, física, culturalmente…). Esto justifica la existencia de estructuras jerárquicas basadas en la desigualdad de género que mantienen el orden patriarcal por el bien de la sociedad en su conjunto (Elias y Gurbanova, 2018) [2]. El sexismo contemporáneo apela a creencias y valores desde la apariencia de neutralidad y argumentando que se persigue el bien común, no obstante, en la práctica tiende a materializarse en conductas misóginas que conllevan hostilidad, coerción y odio. La misoginia implica una actitud hostil y una animadversión intrínseca hacia las mujeres por el hecho de ser mujeres y se acompaña de fuertes elementos coercitivos que muestran este rechazo (Richardson-Self, 2018) [3]. No obstante, la misoginia no suele estar dirigida a todas las mujeres, se tiende a diferenciar entre mujeres “buenas” y mujeres “malas” en función del grado de solapamiento existente entre sus comportamientos y los esquemas del patriarcado. 

La investigación de SigmaDos permite mostrar que dos de los principales activadores del odio sexista en el entorno virtual son el hecho de mostrar un cuerpo o una estética alejada de los cánones tradicionales y normativos de belleza y la participación o sintonía con cualquier movimiento, activismo o corriente de pensamiento feminista que busque transformar la estructura patriarcal. Existen varias formas de distinguir los tipos de discurso de odio sexista que se encuentran en los entornos virtuales. Basándonos en categorías establecidas por el Consejo Europeo (2016) [4] y por Fresini et al. (2018) [5], podemos generar la siguiente clasificación:

  • Discursos que refuerzan los estereotipos de género. Comentarios basados en conceptos simplificados o simplistas de lo que son las mujeres y que las sitúan en una posición jerárquicamente inferior a la de los hombres, ampliando la desigualdad de género.
  • Discursos de odio ligados a los cuerpos, aspecto y a la sexualidad de las mujeres. La cosificación del cuerpo femenino, “slut-shaming” y “body-shaming” [6], comentarios ofensivos sobre la apariencia y el físico o la orientación sexual.
  • Amenazas sexualizadas de violencia, violaciones o muerte. Insinuaciones y propuestas sexuales no deseadas, solicitud de favores sexuales, acoso, agresiones sexuales o amenazas de compartir información o imágenes personales sin permiso.
  • Culpabilización de las víctimas o re-victimización. Se produce un desvío de la responsabilidad masculina al tratar de redirigir la conversación hacia áreas menos comprometedoras para los hombres justificando el abuso a mujeres a través de sus comportamientos o minimizando y naturalizando el problema.
  • Desacreditación y menoscabo general a las mujeres como interlocutoras válidas. Especialmente a través de comentarios que persiguen su humillación y denigración y que con frecuencia adoptan una apariencia humorística para parecer inocuos.

Los grupos de discusión desarrollados en el marco del proyecto de SigmaDos permitieron mostrar algunos de estos elementos. En el grupo en el que no participaron mujeres aparecieron una serie de discursos que contribuían a minimizar el problema del odio sexista en el espacio virtual a través de estrategias como atribuirlo al ámbito humorístico o insistir en que las víctimas son casos aislados (y graves), insinuando que se está exagerando el problema y, así, deslegitimando las denuncias. Cuando los jóvenes expresan este tipo de posiciones no consideran que están articulando un discurso sexista, no obstante, es lo que se traduce en la práctica. El humor sexista como forma de comedia, en particular, tiende a considerarse inocuo en el imaginario colectivo a pesar de suponer en muchos casos la denigración, menoscabo o menosprecio de las mujeres (Thomae y Pina, 2015) [7]. A pesar de que los y las jóvenes son conscientes de la existencia de este tipo de discursos, como refleja la investigación de SigmaDos, se está produciendo una tendencia hacia el uso de formatos no textuales, basados en vídeos e imágenes, para articular el discurso sexista. De este modo, se dificulta su análisis desde la escucha activa en redes sociales y se produce un enmascaramiento de la magnitud del problema.

EL SEXISMO DESACOMPLEJADO

Para terminar, quiero resaltar un elemento más del entorno virtual que resulta fundamental a la hora de fomentar el discurso de odio sexista igual que otros tipos de discurso de odio: el sentimiento de pertenencia a una comunidad. En el caso del sexismo, durante años los movimientos feministas han reivindicado su denuncia y rechazo por parte de la sociedad, y la incorporación de políticas de género en instituciones a nivel internacional y nacional parecen mostrar grandes avances en este sentido. Sin embargo, la existencia de redes de comunicación asincrónica y deslocalizada también están permitiendo articular y consolidar el discurso contrario. Hay entornos virtuales en los que parece que se está librando una auténtica guerra contra las mujeres. No hay ejemplo más claro de este tipo de espacios que una red informal de blogs y publicaciones conocida coloquialmente como la “manosfera” [8]. Se trata de lugares de encuentro, debate y apoyo mutuo entre personas que se sienten amenazadas por la pérdida de poder y estatus que supone alcanzar una sociedad más igualitaria. Se argumenta la necesidad de empoderarse como hombres y protegerse de las relaciones con mujeres, consideradas abusivas y basadas en el interés. A través de estas reivindicaciones surge toda una terminología [9], como “MGTOW” (Men Going Their Own Way), “super-hetero” u hombres que ya se han tomado la “pastilla roja” para referirse a hombres empoderados que ya no están subyugados ante las constricciones de mujeres y movimientos feministas. A su vez, se desarrollan términos para referirse a la categoría contraria con palabras como “mangina”. Este tipo de términos representan a la perfección el mito del “varón castrado”, hombres víctimas del sistema “ginocentrista” actual, en sus propias palabras, que temen enfrentarse a las mujeres y tratan de cumplir todas sus exigencias. 

Como vemos, a pesar de los incuestionables avances hacia la igualdad y su consolidación entre los valores que estructuran las políticas europeas y nacionales, sigue existiendo toda una corriente social empujando hacia el lado contrario y la igualdad real sigue estando lejos de ser alcanzada (Frenda et al., 2019) [10]. Además, es importante tener en cuenta otra dificultad a la hora de visibilizar y abordar el problema del discurso sexista. Una perspectiva interseccional del sexo y el género conformada desde contextos locales y concretos y a través de ejes personales, políticos, sexuales o culturales es imprescindible para visibilizar las distintas formas de discriminación y para no simplificar el género como una categoría binaria. No obstante, esta perspectiva puede dificultar la articulación política de la categoría de “mujer”, circunstancia que aprovecha el patriarcado reaccionario para negar o invisibilizar la existencia de discursos de odio sexistas (Lillian, 2007) [11]. En definitiva, existen importantes retos a la hora de captar la magnitud real del problema y para generar discursos en los que se desplieguen contranarrativas frente al odio sexista. Visibilizar y denunciar la existencia de este tipo de discursos resulta fundamental para poder abordar el problema, no minimizar su dimensión y fomentar un espacio online libre de toxicidad y odio.

Referencias:

  1. Flores, P., & Browne Sartori, R. (2017). Jóvenes y patriarcado en la sociedad TIC: Una reflexión desde la violencia simbólica de género en redes sociales. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 15(1), 147–160. https://doi.org/10.11600/1692715x.1510804082016
  2. Elias, S., & Gurbanova, N. (2018). Relocating Gender Stereotypes Online: Critical Analysis of Sexist Hate Speech in Selected Social Media. Advances in Social Science, Education and Humanities Research (ASSEHR), 228, 272–277. https://doi.org/10.2991/klua-18.2018.40
  3. Richardson-Self, L. (2018). Woman-Hating: On Misogyny, Sexism, and Hate Speech. Hypatia, 33(2), 256–272. https://doi.org/10.1111/hypa.12398
  4. Council of Europe. (2016). Combating Sexist Hate Speech. https://rm.coe.int/1680651592
  5.  Fersini, E., Rosso, P., & Anzovino, M. (2018). Overview of the task on automatic misogyny identification at IberEval 2018. CEUR Workshop Proceedings, 2150, 214–228.
  6. Términos empleados para denunciar las críticas e insultos a personas, especialmente mujeres, por el hecho de no ajustarse a las expectativas de comportamiento ligadas a una sexualidad normativa en el primer caso y a una apariencia física ajustada a los cánones de belleza tradicionales en el segundo.
  7. Thomae, M., & Pina, A. (2015). Sexist humor and social identity: The role of sexist humor in men’s in-group cohesion, sexual harassment, rape proclivity, and victim blame. Humor – International Journal of Humor Research, 28(2), 187–204. https://doi.org/10.1515/humor-2015-0023
  8. https://www.mgtow.comhttps://bimagoelcinico.com/
  9. https://www.elsaltodiario.com/machismo/glosario-del-nuevo-machismo
  10. Frenda, S., Ghanem, B., Montes-Y-Gómez, M., & Rosso, P. (2019). Online hate speech against women: Automatic identification of misogyny and sexism on twitter. Journal of Intelligent and Fuzzy Systems, 36(5), 4743–4752. https://doi.org/10.3233/JIFS-179023
  11. Lillian, D. L. (2007). A thorn by any other name: Sexist discourse as hate speech. Discourse and Society, 18(6), 719–740. https://doi.org/10.1177/0957926507082193

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