Análisis y debate

No perdamos de vista la perspectiva de género para trabajar en educación

By 17 junio, 2020 septiembre 3rd, 2020 One Comment

Después de largas semanas de confinamiento y ante una extraña nueva normalidad apenas logramos mesurar cuáles serán los contornos de nuestra realidad. Una realidad que parecemos inaugurar pero que viene dibujada con trazos conocidos y que apunta a una acentuación de las desigualdades pasadas, o más bien permanentes. En el caso de nuestros jóvenes, niñas y niños su realidad se ha visto claramente trastocada por el hecho del cierre de las escuelas. Un hecho que supone no sólo consecuencias académicas sino, sobre todo, sociales, ante la limitación de la sociabilidad entre iguales. Evidentemente, el alcance de estas consecuencias se encuentra matizado por los ejes de desigualdad sobre los que asentamos nuestra vida cotidiana: clase social, género y origen, pero también otros como el hábitat o la forma familiar de convivencia.

Durante estos meses los centros educativos han tratado de seguir su actividad a través de mecanismos virtuales y sobre el esfuerzo de docentes y familias, con resultados irregulares. Es el momento también para repensar la escuela, para abrir una reflexión profunda en términos de justicia social (y educativa), y generar un debate en el que se incluya a toda la comunidad educativa, con el derecho fundamental a la educación de nuestros jóvenes en el centro. Y para re-imaginar nuestras escuelas es necesario también atender a los análisis previos, a la investigación realizada sobre la escuela pre-Covid19 pues todo apunta a que la pandemia ha acentuado los malestares de la “antigua normalidad”.

En este sentido, reivindicamos la necesidad de abordar la realidad social, también la escuela, atendiendo al género como categoría de análisis. Y con este propósito un amplio equipo de investigadoras (Sandra Obiol, Elisabet Almeda, Dino Di Nella, Aida Franco, Nuria Pumar, Núria Vergés y Alícia Villar) llevamos a cabo la investigación “Género y decisiones educativas. Construcción de itinerarios formativos en la Formación Profesional Básica”, financiada por el Centro Reina Sofía. Su propósito era conocer mejor los procesos de desenganche educativo y de abandono escolar temprano en población joven y su construcción de itinerarios formativos desde una perspectiva de género. Nuestro interés surgía de las estadísticas educativas que nos muestran una amplia diferencia entre chicas y chicos ante el abandono educativo: el 21,2% de los hombres jóvenes abandonan los estudios frente al 13% de las mujeres[1]. Pero, aunque ambas cifras no logran alcanzar el objetivo propuesto para 2020, en el Marco estratégico para la Política de Cooperación Europea (ET 2020) en el ámbito de la educación y la formación (ET 2020), el centro del discurso político y mediático ante este fenómeno lo ocupan los chicos, pocas veces las chicas. Y eso conduce, a nuestro entender, a obviar a las mujeres como colectivo de atención prioritaria en las agendas políticas respecto el abandono escolar precoz con importantes consecuencias en sus oportunidades laborales y vitales.

Nuestro análisis se centró en la Formación Profesional Básica (FPB), una medida de política educativa para la lucha contra el abandono escolar precoz que se puso en marcha en el curso 2014-2015 y que propone un itinerario alternativo a la ESO, aunque dentro todavía de la etapa de educación obligatoria, en la que se ofrecen diferentes familias profesionales a través de las cuales el alumnado puede acceder, al finalizar el ciclo, a una certificación con validez académica y profesional. A este itinerario se accede a propuesta del equipo de dirección y orientación del centro educativo y los datos muestran que únicamente un tercio de su alumnado son chicas, claramente concentradas en unas pocas familias profesionales, en especial en la de Imagen Personal. Una realidad claramente segregada por género. En nuestra investigación quisimos comprender cómo se producían estas elecciones y cómo eran explicadas por las y los jóvenes, pero también por los docentes y por sus familias. Nuestro trabajo de campo se centró en la Comunidad Valenciana, segunda comunidad autónoma con más centros que imparten FPB. Accedimos a siete centros y entrevistamos a sus equipos de dirección y orientación, a estudiantes de FPB, a estudiantes de ESO y también a familias cuyos hijos e hijas cursaban FPB.

Y claramente nuestros resultados reflejan la pervivencia de estereotipos de género acerca de los itinerarios académicos y laborales, más basados sin embargo en los gustos construidos culturalmente, en las preferencias, que no en las capacidades. Aunque es muy visible el constreñimiento que todavía impone la identidad de género a los chicos, más que a las chicas, temerosos siempre que se cuestione su virilidad acorde a un modelo de masculinidad normativa por elegir un itinerario identificado como “de chicas”. En el caso de las chicas este temor no lo encontramos de manera tan clara, sin embargo, lo cierto es que no eligen itinerarios formativos considerados “de chicos”, por tanto, el resultado es el mismo, en términos cuantitativos al menos.

Por otro lado, también encontramos un claro obstáculo a la promoción de la igualdad de género en FPB: que la prioridad absoluta sea mantener a los chicos y chicas en los estudios. Esta prioridad relega los objetivos de igualdad de género que sí están presentes en los propósitos de los centros y sí están presentes en los discursos de los y las estudiantes y en los de sus familias. Una prioridad que se hace más urgente si tenemos en cuenta la contradicción del sistema educativo, valenciano en mayor medida, puesto que, a pesar de implementar una aparente política coeducativa, la falta de recursos y las necesidades no atendidas de los centros deja inoperativa esta política, al menos en el caso de la FPB.

En conclusión, la investigación nos muestra un ciclo educativo claramente segregado por género, tanto en su acceso como en la familia profesional cursada. Y al mismo tiempo nos muestra la dificultad inherente de llevar adelante medidas de promoción de género en el ciclo de FPB donde la máxima prioridad es reenganchar a los y las jóvenes en el sistema educativo. Pero no hacerlo contribuye a cronificar la segregación por género de los estudios y, con ello, contribuir a una más que probable reducción de oportunidades laborales y vitales para las mujeres.

Quisimos también proponer acciones y buenas prácticas para procurar la ruptura de las dinámicas estereotipadas que conducen a la segregación formativa que hemos observado en nuestro análisis. Para ello elaboramos el kit Claves para la atracción y permanencia de las mujeres en la formación profesional TIC (Vergés, Freude, Obiol, 2019) en el que apuntamos cuáles son para nosotras las principales líneas de trabajo coeducativo en formación profesional, y con ésta la FPB. Un trabajo que debe abordar desde una perspectiva de género tanto la presentación de las oportunidades formativas (y laborales), el acceso a los estudios como las dinámicas del trabajo educativo, el lenguaje, etc. En definitiva, es necesario implementar medidas de formación coeducativa de carácter integral y que tengan un contenido más amplio para poder llegar al alumnado con mayor facilidad. Es cierto que durante nuestra investigación han sido muchos los docentes que han expresado que desde la escuela tampoco se puede cambiar todo y que en demasiadas ocasiones se les otorga una responsabilidad que excede de sus posibilidades, sobre todo tras años de escasa inversión pública. Es preciso pues que se entienda como compartida con toda la comunidad educativa la responsabilidad de fortalecer y ampliar la igualdad de género. Y que todas aquellas medidas de coeducación que se implementen en las aulas se hagan también extensivas a otros ámbitos de la comunidad educativa de las que son ausentes, en especial en relación a las familias.

Reivindicamos una necesaria mirada de género a la realidad del abandono temprano de los estudios, sin obviar el carácter complejo y multidimensional del fenómeno. No hacerlo implica no sólo desatender a un colectivo minoritario, pero significativo, sino también hace pervivir relaciones entre iguales fundamentadas en claras posiciones de poder y desigualdad. Especialmente en este periodo de educación a distancia donde la Formación Profesional, por su carácter aplicado, se vuelve más difícil y aumenta el riesgo de abandono. Hemos de evitar construir esta “nueva normalidad” con demasiados mimbres de la vieja.


[1] Datos extraídos de Eurostat, consulta: febrero de 2020

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