Análisis y debate

Jóvenes y prejuicios. ¿Cuándo nacen y cómo los manejan?

By 13 julio, 2020 septiembre 3rd, 2020 No Comments
Prejuicios

Con motivo del lanzamiento de la iniciativa “Desactiva tus prejuicios. Y piénsalo otra vez”, promovida por Fad y Facebook, se ha realizado la investigación “Creencias que sustentan la generación de estereotipos y prejuicios nocivos”. A través de ella, se fijan los pilares sobre los que se sustentan este tipo de creencias en las y los jóvenes, lo cual se considera fundamental como punto de partida para el desarrollo de programas escolares. 

El propósito de esta investigación es conocer en qué creencias se sustentan los estereotipos y/o prejuicios nocivos en el área de las relaciones personales en la etapa vital de los 16 a los 29 años. Hemos compartido un espacio de conversación intensa y profunda que gracias a la escucha confiable que permite el método cualitativo nos ha adentrado en las causas que desencadenan la generación de estereotipos y prejuicios nocivos.

Mostramos nuestro más sincero agradecimiento al relato generoso que nos han compartido desde su intimidad las/los 36 jóvenes participantes, sin el cual no hubiéramos accedido a sus deseos, a sus sentimientos, a sus pasiones… con los que diagraman sus vidas. Valoramos sus experiencias que son el auténtico espacio de comprobación, de ensayo-error, de contraste, con el que deciden qué es lo que más les importa e interesa a la hora de cultivar sus relaciones.

Premisas iniciales que nos ayudan a comprender su relato…

Las relaciones en esta etapa vital son un pozo de donde extraen la sustancia afectiva que convierten en combustible para su vida. Al relacionarse con otros forjan su propia individualidad y es en sus relaciones personales donde se escenifica la tensión entre lo diferente y lo que les es familiar, afín.En toda relación que inician con los otros diferentes -no tan familiares-, abren un espacio de encuentro en el que se da la oportunidad de abordar lo desconocido de sí mismos, porque, tal y como nos comparten, al relacionarse con los diferentes, es donde más exponen lo sublime y lo sombrío de su personalidad.

De sus conversaciones hemos comprendido que los prejuicios nocivos quese muestranen las relaciones están enlazados a creencias limitantes que la juventud asume como propias, y que enfocan a su propia vulnerabilidad, a aquello que consideran que les debilita frente al diferente. En este sentido, al ser creencias nocivas que no son interrogadas: soy fea, soy gordo, soy tímida, soy charlatán, soy torpe, etc. Ese “yo soy así” podríamos decir que funciona como “falsa verdad” a la que las/los jóvenes le dan crédito, ya que entienden que es parte sustancial de su “arquitectura personal”. Aprovechando la actualidad, podemos decir que el prejuicio nocivo se comporta como un “virus” que se alimenta de esa creencia nociva, debilitante, de la que no se sienten orgullosos, por lo que tienden a ocultarla, llevándosela al terreno de su más custodiada intimidad. Sin embargo, nos expresan que siempre afloran cuando se relacionan con otros, ya sea con sus amistades íntimas o con aquellas relaciones de carácter más social.

Los principales hallazgos de la investigación…

* Esta generación danza entre el Yo y el Nos-Otros porque vive las relaciones como la “chispa que enciende el fuego de su vida”. Cuanto más comparten su intimidad en las relaciones que establecen, más oportunidades tienen de observarse a sí mismos, comprendiendo mejor sus fijaciones mentales y sus emociones más sombrías. Y es ahí donde tenemos que comprender la aparición de los prejuicios más tóxicos. Para los grupos de entre 16 a 19 años se observa una mayor resonancia con lo que les es familiar. Entre los 20 y los 24 años se interroga más en sus relaciones lo que consideran familiar, conocido o seguro. En los grupos de entre 25 y 29 años se afianzan los prejuicios que consideran útiles y se descartan los que no desean en sus relaciones.

* Permitirse sentir, pensar y reflexionar sobre sus relaciones es un trenzado apasionante para ellas y ellos, lo cual les permite ir creando un “singular sensor de interrogantes” que les cuestiona su zona de confort. A través desus relaciones descubren las emociones nocivas que les desbordan y experimentan la tensión que produce en ellos su temor al rechazo, sus miedos ante sus debilidades, su necesidad de reprimir sus reacciones menos amables. Es decir, día a día se las tienen que ver tanto con lo más sublime: amor, alegría, simpatía, empatía; como también con aquello más sombrío en su vida: rabia, cólera, repugnancia, rechazo, etc.

* En la banda de las emociones negativas es donde se reconocen a sí mismos tanto receptores, como emisores de prejuicios tóxicos, para lo cual caen en la trampa de “etiquetar” a las personas. Etiquetas que usan para orientarse -en el mejor de los casos-, y/o para rechazar -en el peor de los casos- a personas con las que interactúan en todo tipo de contextos. Nos comparten que en ese etiquetado se esconde la permisividad que se permiten al convertir las etiquetas en el “pariente banal, insustancial, superficial” del prejuicio tóxico. Etiquetar es concebido socialmente como un “mal menor” que toda persona hace y que además tiene hasta la utilidad gozosa del “atinar/no atinar” con lo pre-juzgado al iniciar relaciones: “desde el primer momento me di cuenta de que …”, “mi intuición no me suele fallar …”. Las y los jóvenes nos hicieron ver que las etiquetas ni son inocuas, ni son superficiales. Al contrario, en ocasiones se corresponden con expresiones muy gruesas, burdas e incluso brutales, tanto las que reciben como las que emiten. Reconocen que al “etiquetar al otro” están habituándose a un automatismo, a un resorte mental ágil, rápido, que abre la puerta al espacio de la toxicidad.

* Los discursos de la juventud nos han llevado a mirar más allá de territorios temáticos en los que se detona la toxicidad de los prejuicios (identidades de género, orientación sexual, origen étnico, ideas políticas, creencias religiosas, relación con las culturas extranjeras, situación económica, clase social, nivel cultural, formas de vestir, aspecto físico del cuerpo, etc.) haciéndonos entender que estos territorios cargados de prejuicios no son propulsores, ni generadores de toxicidad. Más bien, son la superficie donde encontrar el fenómeno de base: las creencias nocivas limitantes que mantienen, que no interrogan nunca, y por las que se mantienen a la defensiva, en alerta, a distancia de “los diferentes” que previamente ha etiquetado.

Qué aportan las/los jóvenes para desactivar los prejuicios nocivos…

Entrenar cotidianamente el pensamiento reflexivo que, en sus propias palabras es un proceso para cultivar con el que:

  • Decidirse a invertir el razonamiento al que están acostumbrados.
  • Ordenar sus pensamientos con una mayor empatía hacia las personas.
  • Habituarse a reflexionar acerca de las falsas verdades en la que apoyan su personalidad.
  • Aprender a diferenciar de dónde surgen sus falsas verdades, si de sus propias creencias que les limitan o de las etiquetas que otras personas les asignan.
  • Frecuentar la conversación amable, profunda y confiable en sus relaciones.  
  • Observar las reacciones que producen las conversaciones polarizadas que por falta de pensamiento y argumentos llevan los debates a combates y muy especialmente en el terreno de las RRSS.

Hemos aprendido que este colectivo joven se expone infatigablemente, que jamás renuncia a interactuar con los otros diferentes, atesorando la muy deseada sustancia afectiva que emiten y reciben al relacionarse; y nos invitan a que desactivemos la toxicidad que producen los prejuicios negativos, transitando la senda del pensar reflexivo con el que ellas y ellos cultivan, cuidan y protegen sus relaciones.

Anexo. Ficha técnica

Metodología cualitativa durante el período de enero a mayo de 2020

Muestra: 36 jóvenes entre 16 y 29 años con residencia actual en Madrid, tomando su opinión en dos fases:

  • Una primera mediante seis grupos de discusión y seis entrevistas en profundidad (15 de enero a 20 de febrero 2020).
  • Una segunda mediante participación durante dos meses en una comunidad online, en la que todos sus integrantes habían participado también en las entrevistas y grupos de la primera fase (3 de marzo al 12 de mayo de 2020).

Equipo de trabajo

Pepa Barral, Luis Miguel Barral, Myriam Durán (www.twomuchrs.com) Xavier Moraño, Xavier Guiteras (https://www.empiricaonline.com/)

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