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Género en la educación de jóvenes y adolescentes y crisis política: Reflexiones con Beatriz Revelles-Benavente

By 21 abril, 2020 abril 24th, 2020 No Comments
pedagogía, género, crisis política, jóvenes y adolescentes

Desde el confinamiento por la crisis sanitaria del coronavirus, la investigadora y profesora de la Universidad de Granada Beatriz Revelles-Benavente nos ha brindado su tiempo para hablar del libro que coedita junto con Ana María González-Ramos “Género en la Educación. Pedagogía y responsabilidad feminista en tiempos de crisis política” (Morata, 2019)*.

Las autoras y autores de la edición en castellano, proponen algo radical: romper con la estructura organizacional del neoliberalismo en crisis para propiciar el cambio social, preservar el derecho de las mujeres, y resolver problemas socio-económicos y culturales.

¿Cómo puede ayudar el feminismo a paliar las deficiencias del sistema educativo actual?

Las políticas feministas pueden enfrentar esta situación porque “el feminismo contemporáneo, entendido como muy diverso, localiza las necesidades sociales, las respuestas inmediatas y urgentes, y ve cómo esas respuestas conectan con lo global”. Lo que más caracteriza a este feminismo, añade la autora, es un “modo de vida que se encamina a una transformación social que genera condiciones de igualdad”. Según su punto de visión, se puede contribuir a través del feminismo “desde la perspectiva o situación propia, desde lo que la autora británica Donna Haraway llama “conocimiento situado”. En otros términos, este concepto epistemológico significa que el conocimiento está unido a la subjetividad de cada cual, por lo que es relevante especificar desde qué punto de vista se parte y por qué razón.

¿Qué políticas feministas son útiles para la gente joven?

A nivel educativo señala que es importante sacar “más el aula a la calle y la calle al aula, pero no como un esfuerzo individual de la escuela o el profesorado, sino con políticas públicas que fomenten esa apertura”. Revelles-Benavente apela a “la realización de cambios estructurales en el contexto de la educación” haciendo “un esfuerzo común para ver qué cambios se requieren para ayudar a niños, niñas y jóvenes para que sean agentes individuales de su propio conocimiento”.

La investigadora plantea fomentar el diálogo desde un marco propio, y utilizando vocabulario de la gente joven y adolescente, contemplando una horquilla de edad amplia, “desde los 14 a los 20 años”. Además es necesario crear “políticas públicas que tengan que ver únicamente con el desarrollo personal en la adolescencia, y realizar una definición de qué es lo que consideramos “adolescencia” en estos momentos”.

O sea, de nuevo ofrece el feminismo como solución transversal, empezar por revisar los cimientos desde los que estamos construyendo. Preguntarse, completa Beatriz, “cuál es la realidad y cuáles las necesidades directas”.

¿De qué modo sigue presente la brecha de género en la escuela?

“Ya desde la escuela a las niñas no se les anima de la misma manera a perseguir los sueños”, comenta Beatriz Revelles. Desde su perspectiva de filóloga cuenta que los estereotipos están interiorizados en el lenguaje, “que está marcado por todo tipo de vivencias y construye mucho la realidad que tenemos alrededor”. La potencialidad que tiene el lenguaje, ejemplifica, “es diferente entre las mujeres y los hombres. A las niñas se les dicta cómo se deben comportar, vestir, cómo se tienen que desarrollar, cómo ha de ser su pose social… Pero en ese discurso no se sugiere que las chicas puedan optar por una carrera científica.”.

Revelles-Benavente apela a la responsabilidad del profesorado a nivel individual. Las y los profesores han de fomentar la “diversificación de los estereotipos y la motivación (…)”. Deben analizar a nivel grupal cómo se están gestando los estereotipos, los productos y discursos socio-culturales, emocionales, y cómo se están introduciendo en el aula sin darse cuenta. Es decir, lo que ella describe como la observación de actividades a nivel individual, aquellas en las que se interactúa con el alumnado, y las relaciones de un alumno o alumna con sus pares.

La autora también insta a los y las docentes que no dispongan de los recursos suficientes a recurrir a “profesionales específicos de género y pedagogía, con equipos multidisciplinares”.

¿Cómo operan los códigos culturales en las relaciones entre pares en las aulas?

“A través de la mercantilización de la emoción y del amor que se ha gestado como movimiento en la sociedad contemporánea. Hoy en día está permitido que se te diga cómo te debes sentir para con los demás y para contigo misma”, confirma con preocupación Revelles-Benavente. “El neoliberalismo ha categorizado todas las emociones que debemos sentir”, sopesa la investigadora.

Dentro de la escuela es aconsejable “deconstruir esas emociones con diferentes actividades”. Hay que situar el amor romántico y otras emociones “volviendo a lo local y lo global”. Entendiendo, aclara, “cómo es mi contexto inmediato y cómo se relaciona con otros inputs que estoy recibiendo desde un contexto más amplio, como medios comunicativos o plataformas”, mostrando transgresión, “diversidad, otro tipo de amores…”, y seleccionando con cuidado los productos culturales que se utilizan para dialogar con los y las jóvenes.

Es muy difícil desmitificar el amor romántico, detalla, y se ha producido un retroceso en la concepción que tienen jóvenes y adolescentes de ello, ya que el amor romántico “ha transversalizado la cultura actual”. Por eso, apela la autora, “es dónde debería incidir la investigación en este momento”.

¿Por qué la “pedagogía afectiva” puede ser una herramienta crucial de apoyo docente?

“La pedagogía afectiva trabaja con los afectos, que serían como unas líneas de fuga que se basan en relaciones, fuerzas invisibles que generan un movimiento dentro del aula que no pretende instalar un sentimiento determinado.” La pedagogía afectiva supera a la pedagogía de la emoción, que es problemática, explica Beatriz Revelles, “porque puede generar homogeneización dentro de la clase”. Si hablamos de emociones concretas y “alguien no puede sentir alguna de esas emociones determinada va a estar aislado o aislada”. Por esta razón, hay que, en sus propias palabras, “crear algo que es dual: el conocimiento normativo, y entrar y salir para poder originar esa agencia crítica a través de la afección”.

A fin de pensar en las relaciones afectivas que crean las personas jóvenes, apunta la autora del estudio, es preciso producir “un espacio seguro en las aulas”. Como profesora y respecto a sus experiencias para crear un “espacio seguro de co-producción” en las clases, comenta la efectividad de los debates con los y las jóvenes y la honestidad de uno mismo con el alumnado.

En definitiva, resume Beatriz Revelles-Benavente, se trata de “crear espacios comunitarios, que haya un sentimiento de comunidad”. Idea que asocia con la aportación del feminismo contemporáneo, es decir, “poner en valor la colectividad, la sororidad, la generosidad… frente a la marca clásica del neoliberalismo, la individualidad y competitividad”.

 

*Un análisis que amplia y da forma en el territorio español a Teaching Gender. Feminist Pedagogy and Responsibility in Times of Political Crisis, investigación original nacida en 2017 por la asociación europea de académicas Atgender.

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